jueves, 17 de junio de 2010

Mi Amiguita Tarahumara.



Veinte pesos por foto dijo la niña tarahumara pasando por una banqueta del pintoresco pueblo llamado Creel en la sierra Tarahumara, Chihuahua. Me llamo la atención la manera en que persistió en ofrecer las artesanías que con mucho afán elabora su madre y tal vez ella también, me llamo la atención que cuando observó que no nos interesaba nada de lo que vendía sino que solo queríamos tomarnos una foto con ella por verse tan curiosita y tierna, aprovecho y dijo: “veinte pesos por foto señor”, demostrando ser una buena comerciante. Posó para la foto sin ninguna sonrisa mostrando seriedad en su trabajo, sus cachetes chapetiados y quemados por el abrazador frio que arrecia en esos lugares de la sierra, su vestidito y su blusita de color rosa el cual quiero pensar es su color preferido, un suéter blanco pretendiendo tener presentación en su trabajo y a la vez cubrirse del frio, un misterioso pañuelo cubriendo su cabello el cual me dejo la incógnita de cómo sería su cabellera y sus tenis rosas los cuales usa para recorrer largas distancias y obtener el ingreso que seguramente le asegurará su alimentación y su sostén de cada día.
Ella sin saberlo fue mi amiguita aunque sea por un instante porque compartió un pequeño momento de su vida conmigo aunque haya sido solamente para venderme una foto, ese es el sentido de los pequeños detalles que adornan nuestras vidas que aveces observamos situaciones de una manera normal o cotidiana sin descubrir lo bello de la vida y de las personas. y por un gesto de amabilidad esta niña tarahumara se gano las primeros párrafos de una entrada en mi blog y lo titule “Mi Amiguita Tarahumara”.
En este mismo lugar antes de salir al encuentro con las niñas tarahumaras, habíamos disfrutado de un delicioso desayuno en una fondita-restaurante, con olor a tortillas de maíz hechas a mano y un impregnante olor a café colado. Siendo un 25 de Diciembre sucedió un acontecimiento que me dejo marcado para siempre, pues mi amigo Sergio Escalante realizo un acto de bondad absoluta ante nosotros. Estando sentados a la mesa con muchos platos de los cuales nos alimentábamos entraron a la fondita un señor ya mayor y un niño los cuales se veian que eran tarahumaras por su vestir y sus sandalias de cuero de res, quienes se dispusieron a sentarse en una mesa y ordenaron a la mesera una taza de café, es todo? pregunto la mesera, y el señor asintió con la cabeza, le sirvieron el café y con un gesto de amabilidad lo compartió con el niño mientras echaban miradas de antojo hacia nuestra mesa.
Pretendiendo alargar el consumo de su café y a la vez aprovechando un momento calientito dentro de la fondita lo cual era provocado por la chimenea y las hornillas que estaban a todo lo que daban, el señor y el niño daban pequeños tragos a lo que sin lugar a duda seria su desayuno esa mañana de Navidad. Finalmente terminaron su café y el señor saco de su bolsillo la cantidad exacta para pagar y la dejo en la mesa y con solo una mirada ordeno al niño levantarse para retirarse, cuando ellos se levantaron y se dirigieron a la puerta de salida pasaron justo por un lado donde Sergio estaba sentado y sorpresivamente Sergio alargo su mano a espaldas de ellos y frente a nosotros puso con destreza y cuidadosamente un billete de cincuenta pesos en el morral que el señor traía en su espalda.
En cuanto ellos salieron inmediatamente les dije a mis amigos Gonio, Omar Y Sergio que deberíamos de decirles que llevaban ese billete en el morral para asegurarnos de que realmente aprovecharan ese dinero y que no se les perdiera por ahí, rápidamente acordamos que si, salí casi corriendo del lugar y les grite: ¡oiga señor! disculpe se le va cayendo un billete de su morral y el señor extrañado y asombrado revisa su morral y con una mirada de agradecimiento me dice. ¡A si! gracias joven y se retiraron.
Eso para mí fue la navidad más placentera que haya tenido, porque a pesar de que andábamos fuera de casa y aventurándonos en esos lugares tan fríos de la sierra, pude entender el verdadero significado de bondad en esta vida y que en su momento Sergio sin poder ayudar directamente a este señor con un acto de compasión que mientras comíamos maquinaba en su mente y sin decirnos nada logro seguramente llevar a la mente de este señor el pensar que esa mañana le sucedió un verdadero milagro de navidad pues aunque hayan sido solamente cincuenta pesos para ellos fue simplemente “un milagro de navidad”.









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